Ficha de Mensa

Todo comenzó el día que comenzó la primavera, el día veintidós, cuando nací. Nací en el seno de la familia regente en Pasargada, la primera capital de Persia, actualmente capital secundária. Ciertamente, no era una "Aquemenes", osea, de la familia real principal. Yo era la hija de el propio Rey Fenicio que se casó con una bella doncella Persa, dándome a Luz a mi.

Poco recuerdo antes de los seis años, no debió ser muy buena mi vida en aquel tiempo si mi memoria se ha encargado de borrarlo todo.

Desde que recuerdo viví en una granja, una granja con animales. No tenía papá, o al menos no le conocía. Fui una niña común, normal, con bastante talento para la música, sobretodo la Lira.

Vivía al lado del río Tigris, rodeada de cosas bonitas y perfectas, o eso me parecían a mi, en el pueblo solo habían diez o doce casas, éramos lo que se dice "una gran familia" de las que se ayudan en todo, más de una vez ayudé con los arados de algún vecino, a cambio de que me enseñasen algunas cosas como a pelear, aunque ellos no sabían, simplemente me aplaudían cuando saltaba de un lado a otro, feliz de la vida.

Yo iba a asistir a palacio, a una audiencia con el rey Aquemene pero en vísperas del evento, vinieron unos tipos de negro a mi casa. Iban encapuchados, pero me reconocí a mi misma en la cara de un hombre. Era tan parecido a mi... era mi padre.

Me reclamaba como hija suya, mi madre se negó y el le clavó una espada. Me tiré contra ella, la abracé y me puse a llorar, mi propio padre había matado a mi madre. Los tipos de la capucha me quisieron coger. Pero eché a correr. Me tiré encima de mi padre e intenté derrotarle con mis medios, que eran pocos.

Pero fue el quien venció y me tuve que ir a Pasargada junto a el. Viviendo en palacio, mi familia al parecer tenía buena influencia en Persia, pues mi padre había cedido terrenos fenicios al rey y el rey le había concedido regir Pasagarda, la capital anterior. Mi padre me llamaba "Ankhiara de Pasargada" pero yo no sabía por qué, por que a mi mi madre y todos mis amigos me llamaban Mensa a secas. Reacia a decirle nada, le ignoré hasta que me llamó por mi verdadero nombre (o el que yo consideraba verdadero) entonces le hablé. Había hostilidad entre nosotros, le odiaba aunque el quería que le quisiese y que aprendiese a ser como el, una reina.

Un día al llegar a palacio tras haber estado tranquilamente en los jardines del mismo, junto a las fuentes, a los catorce años, en pleno verano, mi padre estaba al lado de dos tíos de negro con capucha, me había acostumbrado a ellos ya, no podía pelear sola contra el hijo de puta que se hacía llamar padre.

"Ankhiara de Pasargada, quiero que saludes a mis socios" me dijo mi "padre"

Gruñí y solté un "hola"

Uno de ellos se acercó a mi y pretendía abrazarme, me di cuenta de que no me podía mover, estaba inmovilizada. Intenté gritar, pero me abrazó. Puaj. Y una de sus manos fue a parar a un sitio donde no tenían que haber ido a parar: mi trasero.

Fue el colmo.

Mi pelo se empezó a iluminar y se puso blanco de golpe, la llama al fondo de mis ojos más brillante que nunca, e ignorando las leyes físicas según las cuales no podría haberme movido, asesté una patada a ese hombre y saqué un cuchillo de mi liguero, apuntándole y clavándose lo en el estómago.

"Idiota" grité.

Mi padre y el otro reaccionaron e intentaron atacarme, corrí por toda la casa, me perseguían. Parecía que iba a poder escapar, pero me acorralaron al fondo del pasillo. Jadeando venía el otro detrás, lleno de sangre.

Mi padre me agarró para que no escapara.

"Pídele perdón a Yaxley" ordenó mi padre

"No tienes fe tu ni nah" le solté irónica y vacilante. Me dio un bofetón y recibí mi primera sesión de tortura.

Después de ocho horas seguidas sometida a ellos, no fui la misma, me dolía el cuerpo de los malditos golpes. Pasé solo dos horas en cama, sin moverme. Y entonces, ignorando todo el dolor que me quedaba (que no era poco) me levanté, sabiendo que mi padre estaba reunido en el comedor, junto con los de su panda de inútiles. Tomé una bolsa, metí lo justo para dos días. Sopesé la opción de saltar por la ventana, pero en lugar de ello, decidí joderles a todos. Bajé las escaleras, me planté en el salón del trono.

"Vete a tu cuarto, puta" me ordenó mi "padre"

Me reí como una tonta y les señalé.

"Sois todos iguales, unos jodidos cabronazos a los que los maricas superan en hombría, malnacidos y estúpidos, no merecéis ni siquiera que un hijo de plebeyos os hable, idiotas!" les grité, me di la vuelta y con la cabeza bien alta salí de esa sala, salí de casa. Una vez fuera, comencé a correr, poco tardarían en seguirme.

No fue fácil, les oía venir por detrás, en algún punto cercano. Pasando por unos callejones oscuros, alguien tiró de mi hacia un lado y me ocultó en las sombras. No le vi la cara, solamente me indicó silencio, esperó a que ellos pasaran de largo y pronto desaparecí junto a él en la sombra. Caminé a su lado un rato, muy asustada de lo que el hombre pudiera hacerme. Entonces se quitó la capucha y me miró sinceramente bajo las sombras que proyectaba la luna. Era una mujer.

-Soy una Hassassin.

Retrocedí, aterrorizada pero en un parpadeo ella estaba sujetándome la boca para que no gritase. Cuando asentí dándole a entender que no haría estupideces, me soltó.

-Pero no te voy a dañar, estoy cumpliendo una misión.-dijo, y me tendió un paquete y un sobre. Abrí el paquete y encontré la espada más maravillosa que jamás viera: Una Katana reluciente, blanca y negra. Blanca la hoja, negra la empuñadura.

Pero ella no me dejó entretenerme, me cargó al hombro y me hizo saltar. Poco me faltó para gritar pero me contuve. Cuando dejamos de andar por los tejados, entramos por una ventana a una casa. Encendió un par de velas y se quitó la capucha y la capa, las tiró en la cama.

Ante su imapiencia, abrí dicho sobre. Dentro había un collar con una lágrima de cristal y una nota.

"Hija mía, leerás esto cuando yo esté muerta si es que tu padre te encuentra aquí donde estamos.
Quiero que sepas ante todo que no es de fiar y que te debes alejar de el, no ser una idiota como lo fui yo. Por favor, no caigas en ese lado oscuro de la vida. No te puedo contar gran cosa en esta carta, pero sobre todo, cuelga de tu cuello esa lágrima, cuando la lleves colgada, podrás sentirme cerca, por que esté o no muerta, sigo contigo, Mensa.
No revelaré los misterios de la espada, pero sé que confiarás en la espada y espero que la cuides bien, al fin y al cabo soy una de sus artífices y sé que es única.

Esmeralda"


Me quedé paralizada, mi madre sabía lo que iba a pasar. Me puse en pie y miré atentamente a la mujer mientras ella me hablaba.

-Yo soy una de las mejores amigas de tu madre, pero por desgracia no pude impedir su muerte... No sabía de su paradero. Me pidió que si se daba el caso de que tu padre te encontraba, te cuidase y te diese la carta...-me dijo.-Me llamo Fiora

La miré entornando los ojos.

-Enséñame a ser una Hassassin.

--------------------

Pasados varios años, dominaba ya muchas técnicas, pues practicaba día y noche, sin parar a veces ni a comer. Era tal mi empeño que Fiora se vio obligada a hacerme parar, de vez en cuando, y obligarme a dormir. Con los 16 recién cumplidos, comencé mi camino verdadero. Ya era toda una Hassasin y dentro del mismo círculo de los Hassassins acabé superando a Fiora y siendo nombrada ALPHA PRIMERA por ser la mejor de todas y todos. Sin embargo, la venganza no se busca sola y con el rango de Hassassin en mi nombre, seguido de mi rango de sangre, me adentré en el mundo real. Mensa Ankhiara ALPHA PRIMERA de Pasargada, iba a ser la mejor.

Entré a palacio. Mi opción era matar a mi "padre" limpiamente, pero... no pude hacerlo a ese modo. Le secuestré y le torturé, sacando la mejor parte perversa de dentro de mi. Murió de una forma horrible, sé que estuvo mal, pero el se lo merecía, era corrupto y un asesino. Ahí comenzó mi vida como Hassassin. Sin embargo, no tenía más cicatrices que las que me hizo mi padre en aquellas ocasiones. La noticia de la muerte del Rey Fenicio y de la vacante de palacio me lo hizo replantear. Entré a palacio y me presenté como hija del rey que acababa de morir. El rey Persa me miró raro cuando le dije ser hija del anterior Regente de la capital Pasargada. Sin embargo, no me iba a conceder el gobierno de la ciudad y sus alrededores... Si no me casaba con uno de sus hijos.

-Ya se, te casarás con Dastan.-dijo feliz de la vida. Abrí los ojos de par en par. No, yo no me iba a casar...

-De eso nada-repliqué. El rey hizo un gesto y la guardia real estaba a mi alrededor. Evalué mis probabilidades y salté hasta la ventana. Mirando por última vez lo que nunca llegaría a ser mi hogar. Por supuesto la noticia de que Dastan casi había sido prometido, nunca llegó a difundirse, me encargué personalmente de ello. A partir de ese momento, fui una de las Hassassins más poderosas de todas, vendiendo servicios (asesinatos, etc) a cambio de dinero, pero solo si yo consideraba correcto el trabajo que iba a realizar (es que si no había dinero, no había comida) pero otras veces simplemente "rescataba" gente que no tenía nada que ver con lo que sucediese-